Colas de 300 metros y 25 minutos en el aeropuerto
Cientos de personas hacen cola para acceder por los arcos de seguridad a la zona de embarque.
Ibiza entra en la recta final del mes de julio, en plena congestión estival. Son las 13,30 horas, una franja de las denominadas ‘calientes’ en lo que se refiere a la salida de vuelos desde el aeropuerto ibicenco, y solo tres de los siete arcos de seguridad se encuentran abiertos.
Las escenas de centenares de personas aguardando turno en la planta superior de la terminal de es Codolar se volvieron a repetir ayer, como sucedió el fin de semana, mientras una decena de vigilantes de seguridad se manifestaban a las puertas del aeropuerto para reclamar a la empresa Prosegur que les equipare el plus de 200 euros mensuales que sí perciben los empleados eventuales. Eso y que acabe con la precariedad laboral ya que, según denuncia la presidenta del Comité de Empresa, Ana López, están obligando a los vigilantes a realizar turnos «de 12 o 16 horas».
«Algunos compañeros eventuales empiezan a estar cansados. Me imagino que para ellos tampoco tiene que ser una situación cómoda. Los entendemos porque ellos sí que cobran ese plus de 200 euros y si vinieran a apoyarnos los perderían. No tenemos nada contra ellos pero es discriminatorio. Responsabilizamos a Prosegur única y exclusivamente, Aena es consentidora», sostiene la representante sindical de los vigilantes de seguridad, quienes mantendrán la huelga indefinida hasta que la empresa, que todavía no les ha recibido, se comprometa a mejorar las condiciones de los cerca de 80 vigilantes, entre fijos y fijos discontinuos, que operan en el aeródromo.
Caos y pérdidas
El acceso lateral para carritos de bebé y vuelos interislas compuesto por dos arcos de seguridad permanecía cerrado a cal y canto durante al menos toda la mañana. Lo comprobó, muy a su pesar, una joven madre que tuvo que aguardar el interminable ‘zigzag’ que ha dispuesto Aena tras el establecimiento de una conocida firma de moda para tratar de agilizar el tráfico de pasajeros.
La falta de personal en las instalaciones aeroportuarias no sólo la sufrieron los viajeros o los propios trabajadores, sino los comercios de la planta superior, que denuncian pérdidas porque sus potenciales clientes en lugar de entrar a echar un vistazo y comprar deben aguardar turno en la fila. Algunos de ellos han echado el cierre temporalmente. «Les afecta mucho que les hayan puesto delante los zigzags; la gente está en cola y no entra. Les hemos pedido permiso de si podíamos decirlo en prensa y nos han dicho que sí porque es la única manera de que les escuchen», explica la vigilante de seguridad en huelga Luciana del Valle.
Mientras tanto, la portavoz de estos trabajadores denuncia que los servicios mínimos del 90% «son una salvajada» y recuerda que han interpuesto dos denuncias contra Prosegur; una para que Inspección de Trabajo intervenga frente a los turnos de hasta 16 horas que estarían protagonizando algunos de sus compañeros, y otra ante Delegación del Gobierno porque, según sostiene Ana López, «la empresa ha contratado a más de 10 personas una vez se convocó la huelga». Por la tarde, una inspectora de Trabajo acudió al aeropuerto para identificar a los empleados y verificar que la empresa está cumpliendo los servicios mínimos.
Al mismo tiempo, los vigilantes del aeropuerto de Ibiza denunciaron ayer «posibles presiones» para evitar que se repitan las largas colas registradas en los controles de seguridad. «Parece que las colas las quieren aligerar un poco y nos están dando instrucciones, metiéndonos presión para que vayamos rápido y no seamos tan exhaustivos. Tengo que confirmarlo con los compañeros, pero es lo que está pasando», declaró la propia Ana López.
Por el momento no hay visos de que los trabajadores de Prosegur en Ibiza desconvoquen la huelga, como sí hicieron el pasado 14 de julio sus compañeros en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. «Vamos a seguir con la huelga indefinida. Les resultamos incómodos, cada vez hay más Guardia Civil y estamos más arrinconados, pero aquí seguimos», subrayó López tras entregar una cuartilla con las reivindicaciones de los vigilantes –hasta en tres idiomas– a una turista interesada por su situación.
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