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miércoles, 20 de enero de 2021

LAS MUJERES EN LA SEGURIDAD PRIVADA

 



LAS MUJERES EN LA SEGURIDAD PRIVADA

El sector de la seguridad privada en España está formado por unas 100.000 personas, de las cuales unas 81.000 son vigilantes de seguridad. El resto lo forma el personal administrativo, logístico o del sector de la seguridad electrónica y alarmas.

Aunque tradicionalmente haya sido un sector esencialmente masculino, lo cierto es que en la actualidad cada vez más mujeres se van incorporando a la profesión de vigilantes de seguridad. Hace cinco años el porcentaje era de un 8%, pero la cifra se ha ido incrementando hasta llegar al 13% en la actualidad, lo que supone unas 10.000 mujeres profesionales de la vigilancia. Hay que tener en cuenta que ningún país europeo supera el 20% de mujeres en el sector de la seguridad privada, por lo que no estamos en absoluto alejados de la media, aunque hay que seguir trabajando para facilitar la incorporación de la mujer como vigilante de seguridad.

En general, siempre ha habido mayor presencia masculina en las profesiones de cierto riesgo como los cuerpos policiales, militares o los profesionales de la seguridad. Por eso las mujeres suelen esforzarse más para demostrar que están igual de capacitadas que sus compañeros y conseguir el mismo nivel de reconocimiento.

Aunque siguen siendo minoría tanto en el grupo de los vigilantes de seguridad, como en el resto de personal que compone una empresa de seguridad privada o de alarmas, las mujeres están avanzando firmemente hacia delante y ahora ya no resulta nada excepcional que veamos a una vigilante de seguridad de servicio en un edificio oficial, en un supermercado o haciendo rondas en vehículos de vigilancia. Pese a que en algunas empresas aún exista el llamado "techo de cristal" (un punto en el ascenso profesional del trabajador en que parece no existir impedimento alguno, pero no consigue alcanzar un puesto de mayor responsabilidad y salario), las mujeres también están alcanzando puestos directivos de la máxima categoría.

vigilantes de seguridad?

En general, los clientes suelen ser una de las principales causas de que predominen los hombres sobre las mujeres entre los vigilantes de seguridad. Suelen solicitar un vigilante con un perfil determinado ya que parten de la idea de que es mejor tener a un hombre fuerte al frente de la seguridad. Existe la idea preconcebida de que hay actividades que sólo pueden realizar los hombres, y piensan que un vigilante de seguridad ha de ser un hombre que intimide. Con la incorporación de la mujer al sector de la vigilancia y seguridad, se constata que el género femenino también cuenta con las aptitudes y capacidades necesarias para desarrollar este trabajo con la mayor eficacia y profesionalidad, demostrándolo a diario en su puesto de trabajo.

Teniendo en cuenta que en la seguridad prima sobre todo la prevención y la capacidad de negociación y control en situaciones de riesgo, las mujeres pueden aportar mucho en ese sentido. Pese a la percepción que tiene la mayoría de la gente, de que un vigilante debe ser alguien que tenga fuerza física suficiente para enfrentarse a cualquier peligro, esa idea proviene del desconocimiento de cómo se ha de actuar si eres un buen profesional.

La prevención es la prioridad, no el enfrentamiento. De ahí que la inteligencia de un vigilante, su capacidad de intuición, negociación y serenidad sean las cualidades más buscadas, y éstas cualidades son comunes a ambos géneros, hombres y mujeres.

Los equipos de seguridad deben poder enfrentarse a múltiples situaciones de riesgo con las suficientes garantías, por ello las mujeres en general aportan formas necesarias de trabajar en el mundo de la seguridad. Pensar que una mujer no puede trabajar en seguridad porque es físicamente más débil que un hombre, es un error común. Una mujer convenientemente entrenada puede ser completamente eficaz a nivel operativo.

Algunos estudios apuntan a que las mujeres que trabajan en seguridad, pueden aportar ventajas claras a los equipos en los que son integradas:
  • Pueden facilitar la detención y el cacheo de otras mujeres.
  • Suelen negociar de forma más tranquila y en situaciones conflictivas, no son vistas como una amenaza por lo que pueden calmar los ánimos y llevar la situación bajo control con buenos resultados.
  • En tareas de protección de personas o servicios de escolta, suelen pasar más desapercibidas tanto si actúan en pareja como si están de servicio en solitario.
  • Aportan puntos de vista complementarios e igualmente válidos a la percepción masculina.
  • Son muy buenas comunicadoras y suelen resultar imprescindibles en los controles de acceso.
  • Necesidades de intervención.



Aunque el sector no suele tener en cuenta el género en el momento en que se diseñan los servicios, hay que facilitar a las mujeres vigilantes su incorporación a los grupos de trabajo. Por ello apostamos por tomar medidas que igualen a hombres y mujeres:
  • Proponer la habilitación de zonas de vestuario para hombres y para mujeres. .
  • Proporcionar uniformidad a cada género adecuados a sus características físicas, en cuanto a corte y tallaje
  • Promocionar a las mujeres profesionalmente y proporcionarles la misma formación que a los hombres para que puedan ocupar cargos de responsabilidad, favoreciendo la igualdad de género.
  • Proporcionar herramientas para conciliar la vida laboral y familiar a todos los trabajadores y trabajadoras, incluyendo la maternidad.
  • Preparar un plan correcto de prevención de riesgos, incluyendo el principio de "transversalidad de género" que tiene en cuenta los aspectos de género y sus características.



En este sentido, la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la Igualdad Efectiva de mujeres y hombres, introduce la integración de la perspectiva de género como concepto básico de salud laboral, sobre todo en materia de PRL (Prevención de Riesgos Laborales), destacando la importancia de incluir los aspectos de género cuando se hacen evaluaciones de riesgos laborales, integrándolos en un sistema correcto de prevención. Tanto la organización como los equipos utilizados deben estar adaptados a los usuarios, no al revés.

Conciliar vida familiar y profesional de las mujeres vigilantes de seguridad.

Muchos de los servicios de vigilancia que se contratan se realizan en fines de semana o son nocturnos, lo que en general suele dificultar conciliar la vida laboral con la personal. En el caso de las mujeres, que tradicionalmente se han considerado las encargadas de criar a los hijos y atender a la familia, aún resulta más complicado.

La incorporación de la mujer a un mundo laboral diseñado siguiendo patrones masculinos, y sin que ésta haya roto con el "rol social tradicional" como madre y cuidadora en función de su género, es el que ha provocado que las mujeres tengan que hacer un sobreesfuerzo para añadir sus responsabilidades profesionales como vigilantes de seguridad, a las familiares que ya tenía asumidas, lo que supone para ésta conciliar dos jornadas de trabajo: la profesional y la familiar, conllevando una sobrecarga emocional y física importante.

Aunque los hombres son los que suelen pedir más horas extras de trabajo para aumentar su salario y las mujeres solicitan más que ellos una reducción de jornada, cada vez hay más hombres que asumen un rol igualitario fuera de su perfil profesional y que piden tiempo libre para cuidar de sus hijos, conciliando la vida familiar y la profesional, así como mujeres vigilantes que no tienen que soportar toda la carga del hogar, lo que les permite dedicar más tiempo a su faceta profesional y a su formación.

Eliminar roles y estereotipos sociales permite igualar los géneros para repartir las responsabilidades familiares y tareas domésticas de forma equitativa, no asociando a la mujer a un rol determinado como madre y encargada del hogar, y permitiéndola progresar en su profesión como cualquier otro trabajador.

Aunque algunos empresarios suelen mostrarse reacios a contratar mujeres vigilantes porque asumen que la mujer ha de compatibilizar el trabajo con la familia y no puede ser igual de eficaz que un hombre, hay que trabajar para que no se produzcan este tipo de discriminaciones en el acceso al empleo de las mujeres vigilantes de seguridad.

El reto supone por una parte incentivar y crear políticas de empresa que faciliten a los hombres asumir responsabilidades familiares y por otra parte promover a las vigilantes de seguridad concienciando a usuarios y clientes, reconociendo sus capacidades y su competencia, para cambiar la imagen masculina del vigilante de seguridad favoreciendo que las mujeres vigilantes tengan las mismas oportunidades y sean vistas como lo que son: profesionales de la seguridad, sin distinción de género. Nadie debería ver a una mujer con uniforme, sino a una vigilante de seguridad.

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